La ya confirmada candidata demócrata a las elecciones de 2016 pone en duda la Primera Enmienda respecto a las creencias religiosas.
“Los códigos culturales profundamente enraizados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”. Quien habla es la aspirante demócrata a la presidencia de Estados Unidos,Hillary Clinton, durante una conferencia sobre feminismo en el Lincoln Center de Manhattan.
Allí la política -a favor del reconocimiento del aborto como un derecho de la mujer-, criticó una multitud que las objeciones de conciencia fundamentadas en creencias religiosas son propulsores de la discriminación a las mujeres y a los homosexuales -por ejemplo, la oposición de la Iglesia al sistema de salud de Obama que obliga a financiar anticonceptivos y abortos- y que, por tanto, deben ser eliminadas.
“Los derechos deben existir en la práctica, no sólo en un papel. Las leyes deben estar sustentadas con recursos reales”, manifestaba la candidata.
Tras defender la ‘salud sexual y reproductiva’ (el derecho al aborto) y la financiación gubernamental de asociaciones como Planned Parenthood (la mayor central abortista en Estados Unidos), Clinton criticó que hayan opositores que “se erijan como líderes y prefieran dejar sin fondos a Planned Parenthood”.
Ya ha sucedido que la política demócrata desvela su particular guerra contra la religión. Pues en 2011, durante una conferencia en Génova, la entonces secretaria de Estado indicaba a esta tematica como uno de los principales conflictos sociales que se apelara a convicciones religiosas para “limitar los derechos humanos del colectivo LGTB”.
Sus polémicos comentarios ya han recibido respuesta: el representante de Catholic League Bill Donohue remarcaba que jamas antes se había observado a un aspirante a la presidencia de Estados Unidos declarar de forma pública y notoria una guerra abierta contra religión.
“Optar a la presidencia de Estados Unidos sobre la base de utilizar los recursos públicos para acabar con las creencias religiosas es, posiblemente, el eslogan progresista más sincero de la historia”, ironiza Ed Morrissey en HotAir.com. “Que se insinúe que una nación construida sobre el pilar de la libertad religiosa va a emplear la fuerza del Estado para cambiar las prácticas religiosas es una declaración sin precedentes”, resumen los analistas.
No hay comentarios